A veces un accidente, algo fortuito, da lugar para que lo aprovechemos y lo que creemos que no tiene solución, resulta que sí la tiene y muy fácil.
Les cuento lo que me pasó: Cuando coseché ajos, algunas cabezas pasaron inadvertidas, quedaron enterradas en el suelo y con la llegada del invierno comenzaron a brotar, porque a los ajos les encanta el frío, es más, lo necesitan. Al descubrirlas, pensamos en sacarlas, pues como están, no podrían desarrollarse en todo su potencial, luego preparar el suelo y plantarlas a distancia adecuada para obtener una nueva cosecha de ajo.
Lo que ven en la foto son muchas plantitas de ajo juntas, pues componen una cabeza de ajo. Imaginarán que es imposible que -como sucede normalmente- cada diente-planta de ajo desarrolle otra cabeza....
Originario de Asia occidental, fue introducido desde allí en el Mediterráneo —y luego al mundo— donde se cultiva desde hace más de 7000 años. Además de sus deliciosos usos en la cocina, el ajo tiene propiedades medicinales, como antibiótico, fungicida, reductor de la presión arterial y el colesterol.
Primero rompemos el suelo, que en este caso se encuentra endurecido por ser bastante arcilloso, y sacamos las plantitas con cuidado de no romper las raíces.
Una vez roturada la tierra, seguiremos labrando con el rastrillo hasta reducir el tamaño de los terrones.
Para intentar un mejor drenaje y un suelo más blando, que permita el desarrollo en tamaño de los ajos, agregaremos arena y la mezclaremos con la tierra para otorgarle porosidad.
El ajo necesita:
*Suelos con buen drenaje y ricos en materia orgánica.
*Buen riego hasta un poco antes de la cosecha.
*Temperaturas inferiores a los 17 °C o celsius, o 62º Farenheit.
A continuación formamos camellones, que tienen doble utilidad: permiten un riego menos controlado y, por capilaridad, se auto-regula la humedad que llega a las plantas. Los camellones son una técnica usada por mucho tiempo en las culturas precolombinas de América.
Una vez trazados los camellones, procedemos a plantar los ajos brotados, con cuidado de no ponerlos demasiado juntos para que no compitan por los nutrientes del suelo.
Así, continuamos con todas las plantitas hasta terminar.
La distancia entre plantas puede ser de 10 a 15 centímetros o de 4 a 6 pulgadas.
Y una vez concluída la plantación, ¡A regar! Por ser la primera vez, va a llevar algo de tiempo que los canales se inunden de extremo a extremo, pero podemos dejar correr el agua y hacer otra cosa mientras tanto. Como se puede apreciar, la humedad sube por el suelo y llega hasta donde están las raíces de nuestras plantas.
Ahora sólo hay que regar periódicamente, según el clima de cada región, desmalezar en caso de necesidad y esperar algo así como 8 meses antes de cosechar nuestros deliciosos ajos.
Si tienes alguna duda, una sugerencia o aporte, por favor, déjalo en comentarios.
Te dejo, además, el vídeo de todo el proceso descrito.
Canal de Yuotube: La Huerta de Daniel - Cómo plantar ajos brotados.
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